No me daba cuenta cuando era un estudiante de bachillerato qué cada día al cruzar el umbral de mi escuela, entraba en un edificio con un pasado glorioso y una profunda fe religiosa. Era realmente un ex convento de monjas agustinianas, dedicado a Santa Catalina.
La escultura más icónica de Venecia tiene un aspecto enigmático y un origen recóndito;
desde hace siete siglos, con sus secretos intriga a los visitantes de nuestra ciudad. Apreciada por los venecianos y codiciada por los enemigos, Napoleón la raptó y la llevó a Paris para humillarla. Esta nota trata de acercarse a sus misterios.
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